Si tienes este tipo de piel el exceso de grasa, los brillos y los poros dilatados son tus quebraderos de cabeza, aunque entre las ventajas cuentas con una piel más resistente y muy poco propensa a las arrugas.
¡Bajo ningún concepto te toques la cara! Es muy tentador "atacar" los puntos negros y los granitos, pero no lo hagas. Crea una rutina diaria siguiendo estos pasos que voy a darte y en poco tiempo verás como tu piel te lo agradece y mejora su aspecto.
Limpieza: No creas el mito de que necesitas lavar más tu cara para eliminar el exceso de grasa ya que estarías produciendo el efecto contrario al deseado. Las glándulas sebáceas producen grasa para protegerse de agentes externos y si nota que esa barrera defensora está siendo eliminada produce más para reparar "el problema". Para una correcta limpieza usa, una vez al día, una limpiadora a base de agua en vez de lociones y, por supuesto, que sea "libre de aceites".
Exfoliación: Una vez a la semana, haciendo hincapié en las zonas más rebeldes, don de haya puntos negros.
Mascarilla: Sin coincidir con la exfoliación, aplica una mascarilla a base de arcillas (verde o blanca) y déjala actuar durante 10-15 minutos para que absorba el exceso de grasa, y retírala siempre con agua fría para no estimular la secreción.
Hidratación: Huye de cualquier componente oleoso y aplica sin miedo una crema hidratante de textura ligera. No pienses que con este tipo de piel la hidratación no es necesaria. Todas las pieles necesitan hidratación y nutrición, sólo hay que buscar la fórmula indicada para cada necesidad.
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